Santa Teresa de
Ávila
¡Oh!, dichosa tal
zagala
que hoy se ha
dado a un tal Zagal
que reina y ha de
reinar.
Venturosa fue su
suerte
pues mereció tal
Esposo:
ya yo, Gil, estoy
medroso,
no la osaré más
mirar,
pues ha tomado
marido
que reina y ha de
reinar.
Pregúntale qué le
ha dado
para que lleve a
su aldea.
El corazón le ha
entregado
muy de buena
voluntad.
Mi fe, poco le ha
pagado
que es muy
hermoso el Zagal,
que reina y ha de
reinar.
Si más tuviera
más diera.
¿Por qué le
avisas, carillo?
Tomemos el
cobanillo,
sírvanos, deja
sacar,
pues ha tomado
marido,
que reina y ha de
reinar.
Pues vemos lo que
dio ella,
¿qué le ha de dar
el Zagal?
Con su sangre la
ha comprado.
¡Oh qué precioso
caudal,
y dichosa tal
zagala,
que contentó a
este Zagal!
Mucho le debía de
amar,
pues le dio tan
gran tesoro.
¿No ves que se lo
da todo,
hasta el vestir y
calzar?
Mira que es ya su
marido,
que reina y ha de
reinar.
Bien será que la
tomemos,
para este nuestro
rebaño,
y que la
regocijemos
para ganar su
amistad,
pues ha tomado
marido,
que reina y ha de
reinar.
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