Santa Teresa de
Ávila
¡Cuán triste es,
Dios mío,
la vida sin ti!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Carrera muy larga
es la de este
suelo,
morada penosa,
muy duro
destierro.
¡Oh sueño
adorado!
sácame de aquí!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Lúgubre es la
vida,
amarga en
extremo;
que no vive el
alma
que está de ti
lejos.
¡Oh dulce bien
mío,
que soy infeliz!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
¡Oh muerte
benigna,
socorre mis
penas!
Tus golpes son
dulces,
que el alma
libertan.
¡Qué dicha, oh mi
Amado,
estar junto a Ti!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
El amor mundano
apega a esta
vida;
el amor divino
por la otra
suspira.
Sin ti, Dios
eterno,
¿quién puede
vivir?
Ansiosa de verte,
deseo morir.
La vida terrena
es continuo
duelo:
vida verdadera
la hay sólo en el
cielo.
Permite, Dios
mío,
que viva yo allí.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
¿Quién es el que
teme
la muerte del
cuerpo,
si con ella logra
un placer
inmenso?
¡Oh! sí, el de
amarte,
Dios mío, sin
fin.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Mi alma afligida
gime y
desfallece.
¡Ay! ¿quién de su
amado
puede estar
ausente?
Acabe ya, acabe
aqueste sufrir.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
El barbo cogido
en doloso anzuelo
encuentra en la
muerte
el fin del
tormento.
¡Ay!, también yo
sufro,
bien mío, sin ti,
Ansiosa de verte,
deseo morir.
En vano mi alma
te busca oh mi
dueño;
Tú, siempre
invisible,
no alivias su
anhelo.
¡Ay! esto la
inflama,
hasta prorrumpir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
¡Ay!, cuando te
dignas
Entrar en mi
pecho,
Dios mío, al
instante
el perderte temo.
Tal pena me
aflige
y me hace decir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Haz, Señor, que
acabe
tan larga agonía;
socorre a tu
sierva
que por ti
suspira.
Rompe aquestos
hierros
y sea feliz.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Mas no, dueño
amado,
que es justo
padezca;
que expíe mis
yerros,
mis culpas
inmensas.
¡Ay!, logren mis
lágrimas
te dignes oír:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
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